Un cuento donde el malo no es tan malo




Cuando decidí empezar a redactar reseñas o análisis de literatura, tuve un primer libro en mi cabeza, uno que me puedo casi de memoria. Consulté con una amiga y estuvo de acuerdo de inmediato, pero por cosas de la vida me encontré con otro clásico que al instante llamó mi atención.

El cuento de El Enano Saltarín o Rumpelstiltskin, nombre que ni escribir ni pronunciar puedo, de origen alemán, escrito por los hermanos Grimm en el año 1812 y publicado en el orden 055 del KHM, acrónimo empleado para el catálogo de los cuentos de los Hermanos Grimm: KHM significa Kinder- und Hausmärchen (Cuentos de la infancia y del hogar).  Con una trama básica y en cierta forma predecible, pero que no deja de sorprender al quitar por un segundo el lente de “cuento” y ver los hechos desde una perspectiva más real.



Resumiendo, la narración nos cuenta la angustia de una chica que, gracias a una mentira compuesta por su padre y la ambición al dinero de un rey, se ve en la situación de ofrecerle su primer futuro hijo a un ser mágico a cambio de mantener la mentira y contribuir a la ambición. Más tarde, cuando se ve atrapada, con su bebé en brazos y un duendecillo cobrando los favores del pasado, toma al fin el trabajo de encontrar la salida, que no es nada más y nada menos que adivinar el nombre del pequeño acosador. Aunque no fue sencillo, logró conseguir el nombre y Rumpel no tuvo más remedio que desaparecer enterrándose en el suelo ¿? 🤔🤔🤔

Bien, entonces el cuento va de saber el nombre de un personaje y bla, bla se salva el día, bla bla, todos son felices por siempre. Pero si repasamos la historia de nuevo, la muchachita, que luego se convierte en reina que no venga y se haga la víctima, desde un principio podemos ver que los personajes que terminan cantando y bailando al final, son realmente malvados.

Empezando con el padre que, le valió 3 hectáreas de mangos poner en riesgo la vida de su hija con tal de obtener un poco de poder y posición social (cosa que al don no le dieron, porque en el cuento no se menciona que a él le otorgaran un par de vacas por lo menos a cambio de la niña). También se puede pensar que, en el afán de cada padre de buscar lo mejor para su hija, su amor pudo más que la razón y una mentirilla no iba a ser para tanto. Luego tenemos al rey, que ni lento ni perezoso vio a la chiquilla como una máquina de oro y así, sí que le convenía casarse, pero como no se iba a arriesgar al que el otro viejo le viera la cara, lanzó la sentencia: “la paja en oro al final del día, o destierro”.

Y nos dicen que se enamoró de ella y que se casaron por amor… Ajá. 🙄🙄🙄

Ah, pero entonces ella sí es la víctima. Pues no, aquí es cuando el buen Rumpy aparece para concederle la solución a sus problemas, pero ella, que ya estaba con la ilusión de ser la reina de un hombre que solo la quería por el dinerito y con la más mínima neurona funcionando, prefirió pedir que la mentira se sostuviera y complacer la vanagloria.



Rumpel no solo le concedió su deseo, si no que le dio la oportunidad un par de veces más de recapacitar, al ver que su futuro esposo (o asesino) no se saciaba con la producción de oro, era de esperar que el precio a pagar iba a ser alto. Cuando el duende le propone por última vez hacer la paja oro, pero a cambio de que ella le entregara su primer hijo, cosa que para ella no tuvo valor, ya que tenía otros planes en mente, algo así como las que dicen “mi cuerpo, mi decisión”.

Si hacemos una pausa aquí, nos damos cuenta que esta tipa en verdad estaba loca, que no le remordió la conciencia vender a un infante como que fuera un costal de papas, y, si algo podemos agradecer es que al rey ya no se le ocurrió seguir pidiendo dinerito, porque estoy segura que hubiera seguido vendiendo a sus hijos.

Que luego no venga a llorar que Rumpel le quería quitar a su preciado niño, trato es trato hija mía, eso lo hubieras pensado antes.


Rumpy, todavía de bonachón le da la oportunidad de salvar la vida del niño, con la única tarea que ella adivinara su nombre. Que al fin usara la cabeza, que desde el principio de la historia la tiene desconectada. Al final sí logra ganar el juego, aunque no fue ella siquiera la que se rebuscara en conseguir la tarea, pero como todo cuento, la pobre que se convierte en reina y hace un par de llantos debe ganar, no hay más que hacer.

Me pregunto, ¿será que después de la muerte de Rumpel al rey se le antojó un tantito de oro? A lo mejor se me ocurra escribir un epílogo por aquí.





Bien, ¿qué más podemos aprender de este mini cuento?

Luego de que la mentira y la ambición puede hacer a las personas perversas y bla bla, lo más peligroso es andar revelando nuestra información personal, ya que, si Rumpy no hubiera incluido su nombre en su alegre canción, los malos no se hubieran salido con la suya.

Por otra parte, si nos ponemos curiosos e investigamos el significado y origen del nombre Rumpelstiltskin, algunos expertos dicen que proviene del folklor indoeuropeo, no obstante, el folclorista Hans-Jörg Uther nos manda a un libro datado en 1575, escrito por Johann Fischart y titulado Affentheurlich Naupengeheurliche Klitterung, que en español significa: La monstruosidad de la historia, que es monstruosa por naturaleza (aún no lo encuentro en español, si alguien aquí habla alemán, bienvenido sea), donde se menciona a un ser llamado Rumpele stilt al que, más tarde, los Hermanos Grimm llamaron Rumpelstizchen. La palabra proviene de Rumpelstilz, nombre de un duende maligno que hace ruido (en alemán rumpeln) al mover (Stelzen) mesas, sillas u otros objetos domésticos con patas de madera.

Creo que aprender alemán me será útil.


En fin, este pequeño cuento resultó más interesante de lo que esperaba. No solo por el folklor alemán, si no por cómo los cuentos para niños pueden tener mejor calidad de contenido de lo que uno se imagina, solo es cuestión de saber leer.

 Xiomy M.

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